Es muy difícil gestionar un aula dándoles a todos los individuos café cuando algunos son más proclives al chocolate o al té.
Perdí el temor a tirarme a la piscina sin saber si tenía o no agua y decidí cerrar los ojos para zambullirme en un cambio que evidenciara los roles que debían tomar en el grupo cada alumno/a. A veces me pierdo, se pierden, nos convertimos en balas perdidas y otras en filósofos.
Cuando menos, conseguimos reacciones diferentes a las estrategias asumidas por todos los miembros. La emoción genera aprendizaje.
Cada día es diferente, cada jornada la construimos a nuestro antojo uniendo cada isla en un hermoso archipiélago lleno de sensaciones, y nos sentimos vivos.
Al final del camino es seguro que habrá otro día hermoso del que extraer la esencia de lo cotidiano.
La educación debe cambiar desde el mundo inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario